El Surrealismo supone la entrada en la literatura del mundo de los sueños, la parte irracional (que ya había sido explorada por los románticos y los simbolistas, pero no tan abruptamente). Se entiende el arte como un camino de liberación del subconsciente en virtud de lo cual la literatura se puebla de enumeraciones caóticas, metáforas nuevas e insólitas, irracionales.
Los padres del movimiento son André Bretón, Louis Aragon y Paul Éluard.
André Bretón es el líder del Surrealismo y firma el primer Manifiesto surrealista que puedes leer aquí.
(Imagen extraída de aquí)
Sus versos oníricos,llenos de imágenes estaban escritos así:
¿Quién se atreve a hacer uno? Lo recompensaré.
El Manifiesto surrealista fue firmado por Breton y por Soupault. Ambos escribieron al dictado de la escritura automática Los campos magnéticos .
«(…) A veces, el viento nos abraza con sus grandes manos frías y nos liga a los árboles recortados por el sol. Todos reímos y cantamos, pero ya nadie siente latir el corazón. La fiebre nos abandona Las estaciones maravillosas no nos cobijan nunca más: Los luengos corredores nos asustan. Tenemos que continuar reprimiéndonos para vivir estos minutos triviales, estos siglos hechos girones.
Antaño amábamos los soles de fin de año, las estrechas llanuras sobre las que nuestra mirada fluía como los ríos impetuosos de nuestra infancia. Pero en estos bosques repoblados de animales absurdos, de plantas conocidas, sólo se encuentran reflejos.
Las ciudades que ya no queremos amar han muerto. Mirad a vuestro alrededor: sólo queda el cielo y esos enormes espacios indecisos que acabaremos detestando. Con la punta de los dedos alcanzamos aquellas tiernas estrellas que poblaban nuestros sueños. Nos dijeron que existen, allí, valles prodigiosos: cabalgatas perdidas para siempre en ese Far West aburrido como un museo.
Cuando las grandes aves remontan vuelo, se elevan sin un solo grito y el cielo estriado ya no resuena con su llamada. Cruzan sobre los lagos, sobre los fértiles marjales; sus alas apartan las nubes demasiado lánguidas. Ni siquiera nos dejan sentarnos; inmediatamente suenan risotadas y estamos ligados a confesar a gritos todos nuestros pecados.(…)»
Fragmento de Los campos magnéticos
Otro representante de Surrealismo es Paul Éluard. Aquí está con Salvador Dalí, Nuch y Gala (la esposa del pintor con la que Éluard matuvo una relación sentimental. Fue también la musa de muchos autores surrealistas)
(Imagen extraída de aquí, donde también puedes leer las carta de amor de Éluard a Gala) En este artículo se habla de Gala, Éluard, Dalí como tres seres de otro mundo.
Este es un precioso poema de Éluard, para escuchas hierbas en las risas:
Tú la única y escucho las hierbas de tu risa
A ti te arrebata tu cabeza
Y desde lo alto de los peligros de muerte
Bajo los globos enmarañados por la lluvia de los valles
Bajo la pesada luz bajo el cielo de tierra
Tú engendras la caída.
Los pájaros ya no son refugio suficiente
Ni la pereza ni la fatiga
El recuerdo de los bosques y de los arroyos frágiles
En la mañana de los caprichos
En la mañana de las caricias visibles
En la clara mañana de la ausencia la caída.
Las barcas de tus ojos se extravían
En el encaje de las desapariciones
El abismo es revelado que los otros lo extingan
Las sombras que tú creas no tienen derecho a la noche.
Este está dedicado al también surrealista Max Ernst:
En un rincón el incesto ágil
Gira en torno a la virginidad del vestido corto
En un rincón el cielo liberado
Entrega esferas blancas a las espumas de la tormenta
En un rincón más claro que la totalidad de los ojos
Esperan a los peces de la angustia
En un rincón el carruaje de verdor del verano
Gloriosamente inmóvil para siempre
Al brillo de la juventud
De las lámparas encendidas con retardo
La primera muestra senos que matan a los insectos rojos.
He aquí una imagen del cuadro de Ernst, «Treinta y tres muchachas salen a cazar la mariposa blanca». Está en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid:
Cuando cierro los ojos, las floraciones fosforescentes aparecen y se marchitan y renacen como fuego de artificios carnosos.
Países desconocidos que recorro en compañía de criaturas.
Estás tú sin duda, oh bella y discreta espía.
Y el alma palpable de la extensión.
Y los perfumes del cielo y de las estrellas y el canto del gallo de hace 2000 años y el grito del pavo real en los parques en llamas y besos.
Manos que se aprietan siniestramente en una luz descolorida y ejes que chirrían sobre los caminos de espanto.
Estás tú sin duda a quien no conozco, a quien conozco al contrario.
Pero que, presente en mis sueños, te obstinas en dejarte adivinar en ellos sin aparecer.
Tú que permaneces inasible en la realidad y en el sueño.
Tú que me perteneces por mi voluntad de poseerte en ilusión pero que no acercas tu rostro sino cuando mis ojos se cierran tanto al sueño como a la realidad.
Tú que en despecho de una retórica fácil donde la ola muere en la playa, donde la corneja vuela entre las fábricas en ruinas, donde la madera se pudre crujiendo bajo un sol de plomo.
Tú que estás en la base de mis sueños y que sacudes mi alma llena de metamorfosis
y que me dejas tu guante cuando beso tu mano.
En la noche están las estrellas y el movimiento tenebroso del mar, de los ríos, de los bosques, de las ciudades, de las hierbas, de los pulmones de millones y millones de seres.
En la noche están las maravillas del mundo.
En la noche no están los ángeles guardianes, pero está el sueño.
En la noche estás tú.
En el día también.